México Lindo y Querido - La Leyenda de los Tunkuluchú

La Leyenda de los Tunkuluchú

Leyendas Mayas
Typography

Leyendas mexicanas

Leyendas mayas

Un ave mística y misteriosa habita en las leyendas mayas esta ave siempre anda sola y vive entre las ruinas, El tunkuluchú, o Tecolote, el cual hace que todos tiemblen ante su canto ya que anuncia la muerte entre los vivos.

Esto fue siempre así el tunkuluchú era considerado el más sabio del reino de las aves.  Y Su sabiduría era solicitada por las demás aves, un consejo o una advertencia, siempre las ayudaba, el tunkuluchú era serio, sobrio y prudente. Un día, el tunkuluchú recibió una carta, en la que se le invitaba a una fiesta que se llevaría a cabo en el palacio del reino de las aves.

El no asistía a este tipo de festejos, pero esta ocasión hizo una excepción, y era una invitación real así que fue, con sus mejores plumas, y su mejor traje se presentó, y era su primera vez en una reunión de aquellas, sorprendió a todas las aves. De inmediato, se le dio el lugar más importante de la mesa y le ofrecieron los platillos más deliciosos, acompañados por balché, el licor maya. Pero el tunkuluchú no estaba acostumbrado al balché y apenas bebió unas copas, se emborrachó. Lo mismo le ocurrió a los demás invitados, que convirtieron la fiesta en puros chiflidos y risas escandalosas.

Estaba tan borracho, que le dio por decir chistes mientras danzaba y daba vueltas en una de sus patas, sin importarle caerse a cada rato. Pasó por ahí un maya conocido por ser de veras  latoso. Al oír el alboroto que hacían los pájaros, se metió a la fiesta  a molestar a los presentes.

Se emborrachó con el balché .El maya comenzó a reírse de cada ave, pero pronto llamó su atención el tunkuluchú. Sin pensarlo mucho, corrió tras él para jalar sus plumas, mientras el mareado pájaro corría y se resbalaba a cada momento. Después, el hombre arrancó una espina de una rama y buscó al tunkuluchú; cuando lo encontró, le picó las patas. Aunque el pájaro las levantaba una y otra vez, lo único que logró fue que las aves creyeran que le había dado por bailar y se rieran de él a más no poder. La fiesta había terminado y las aves regresaron a sus nidos todavía mareadas; algunas se carcajeaban al recordar el tremendo ridículo que hizo el tunkuluchú. El ave triste y enojada, con coraje y vergüenza, pensó que ya nadie lo respetaría, ni lo tomaría en serio, así que decidió vengarse del maya que lo molesto, y buscó en sí mismo alguna cualidad que le permitiera desquitarse y optó por usar su olfato y fue todas las noches al cementerio, hasta que aprendió a reconocer el olor de la muerte; desde ese momento, el tunkuluchú se propuso anunciarle al maya cuando se acerca su hora final. Así, se para cerca de los lugares donde huele que pronto morirá alguien y canta muchas veces. Por eso dicen que cuando el tunkuluchú canta, el hombre muere. Y no pudo escoger mejor desquite, pues su canto hace temblar de miedo a quien lo escucha.