México Lindo y Querido - La leyenda del nacimiento del Sombrerón

La leyenda del nacimiento del Sombrerón

Leyendas del México Independiente
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Leyendas mexicanas

Nuestros ancestros nos enseñaron como nacen cuentos en Ocozocoautla, Chiapas.

Junto a la colonial Iglesia de San Juan Bautista, patrono de Ocozocoautla, se construyó un inmueble al que conocimos como “El Convento”.

Entre las gentes que habitaban en el convento, se encontraba un joven al que llamaban el Monje, por su dedicación religiosa, por su gran temor y amor a Dios y además se negaba a tomar parte en las discusiones  de unos  y en los pasatiempos  de otros, juzgándoles  a todos víctimas del demonio.

El Monje vivía en oración constante en su cuarto que da a la calle, misma del frente de la Iglesia, y se ilumina por aquella ventanita que tenemos al frente; cuando uno de estos días, pasó por allí, cerca de la pared del convento, un niño jugando una pelotita de hule.

Y sucedió que por aquella pequeña ventana, en uno de los rebotes, se coló la pelotita.

El religioso, que leía un libro,  vio entrar el cuerpecito extraño, no sin turbarse, porque la pelotita  entró y rebotó  con agilidad, midiendo piso, pared, techo, pared y  piso,  hasta perder  su  impulso y rodar a sus pies  y  quedarse tranquila; ¡lo sobrenatural!  Un escalofrío le recorrió la espalda.

El corazón  le daba martillazos;  poco necesitó sin embargo para recobrarse;  sin cerrar el libro ni levantarse del asiento,  se agachó para tomar del suelo la pelotita y devolverla;  y a devolverla iba cuando una alegría inexplicable  lo hizo cambiar  de pensamiento;  su contacto le produjo diversos gozos…como de santo….como de niño.

Sorprendido, sin abrir bien sus ojos,  la apretó con toda la mano, como quien hace un cariño, y la dejó cae enseguida,  como quien suelta algo que le quema;  pero la pelotita, caprichosa y rara,  dando un rebote en el piso,  se devolvió  a su mano  tan ágil que apenas si tuvo  tiempo  de tomarla en el aire y correr con ella a ocultarse  en la esquina más obscura de su cuarto,  como si hubiese cometido un crimen.

Poco a poco se apoderaba del  santo hombre un deseo loco de saltar y saltar como la pelotita.

……..A la puerta del templo esperaba el Monje, después  de llamar  a misa, la llegada de los feligreses, pensando en la pelotita que había olvidado en su cuarto, tan liviana, tan ágil, tan blanca.-  ¿Y si fuera el demonio?........Cuando escuchó:  ¡Buenos días señor!,….la voz de una mujer sacó al Monje de sus pensamientos.-.La señora traía de la  mano a un niño  triste.- Vengo señor, a que, por vida suya le de los evangelios a mi hijo, que desde hace días está llora que llora, desde que perdió aquí al costado del convento  una pelota que, ha de saber su merced, los vecinos aseguraban era la imagen del demonio.-  El Monje se detuvo de la puerta para no caer del susto,  y, dando la espalda a la madre y al niño, corrió hacia su celda sin decir palabra, con los ojos nublados  y los brazos en alto.-  Llegar allí y despedir la pelotita todo fue uno.-  ¡Lejos de aquí  Satán! ¡Lejos de aquí Satán!-…..La pelota cayó fuera del Convento.-Fiesta de brincos y brincos de  corderillo  en libertad……, y, dando un salto enorme, se abrió como por encanto en forma de sombrero  negro sobre la cabeza del niño que corría tras ella.- Era el sombrero del demonio.

Y así  nace al mundo  el  sombrerón.