México Lindo y Querido - Centro Histórico de la Ciudad de México

Centro Histórico de la Ciudad de México

Ciudades Coloniales de México
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Ciudades Coloniales de México

La Ciudad de México, fundada en 1325 como asentamiento lacustre en un pequeño islote, llegó a ser, a principios del siglo XVI, sede del señorío azteca que controló amplios territorios. Sus calzadas de acceso y sus canales formaban un esquema que no pudo borrar la traza de Alonso García Bravo, cuando dio inicio la reconstrucción de la ciudad que pronto llegaría a ser sede de los poderes del Virreinato de la Nueva España.

Para su acceso, la ciudad conservó su red de calzadas: la de Tenayuca, hoy Vallejo; la de Tlacopan, hoy México Tacuba; la de Iztapalapa, hoy Tlalpan; la de Tepeyac, hoy calzada de los Misterios. Se conservaron también los cuatro barrios indígenas que, durante el periodo virreinal, guardaron en sus nombres cristianizados la denominación náhuatl: San Juan Moyotla, Santa María Tlaquechiucan, San Sebastián Atzacualco y San Pedro Teopan.

La lenta desecación del lago de Texcoco y las obras de desagüe del Valle de México -iniciadas en el siglo XVI y concluidas en 1900- hicieron perder a nuestra capital su característica de lacustre.Después de la independencia, la Ciudad de México fue sede de los poderes de la nueva nación; experimentó cambios notables, como la destrucción de los escudos nobiliarios, la desaparición de los conventos tras las leyes de Reforma, y la gran campaña de construcciones públicas de los inicios del siglo XX.

Al término de la revolución de 1910, la ciudad inició numerosas transformaciones bajo una nueva conciencia. En los años 30, a través de diversos decretos, se protegió al Zócalo, la calle de Moneda y varios edificios importantes. Además, tanto las autoridades como las instituciones culturales y los especialistas se convencieron de que la ciudad de México era el receptáculo de mayor importancia en el continente americano.
Los decretos iniciales revelaron la creciente preocupación por defender la ciudad de un progresivo deterioro y el incontrolado congestionamiento del área urbana. La ciudad, que al inicio de la vida independiente del país tenía 130 mil habitantes, llegó a 720 mil en 1910. Para 1930, la población aumentó a un millón 230 mil habitantes.

En ese entonces, el centro de la ciudad alojaba la totalidad de la administración pública, la Universidad Nacional, las actividades financieras, los despachos privados y el comercio mayoritario y especializado. Esta concentración se fue asentando en detrimento de la vivienda; la población ya había comenzado a evacuar la zona central a partir de 1911, fincándose en las entonces nuevas colonias de Guerrero, Nueva Santa María, San Rafael, Roma, Juárez y San Miguel Tacubaya.

Nuevas avenidas sustituyeron las viejas urbanizaciones y las subordinaron a los requerimientos del tránsito de vehículos; tal fue el caso de 20 de Noviembre y San Juan de Letrán. En 1968 fueron inauguradas las primeras líneas de Metro que, se pensaba, contribuirían a disuadir el tránsito vehicular en las zonas conflictivas. Sin embargo, el problema creció alarmantemente en 1979 y 1980 con la creación del sistema de ejes viales y del Circuito Interior.

Tras el accidental descubrimiento del monolito azteca que representaba a la diosa Coyolxauhqui y la consecuente localización del Templo Mayor, el Ejecutivo Federal expidió un Decreto, publicado en el Diario Oficial del 11 de abril de 1980, en el que se declaraba "Zona de Monumentos Históricos" al centro histórico de la ciudad de México. Este ordenamiento legal es el que define los límites de esta zona que comprende 668 manzanas y abarca 9.1 kilómetros, de los 600 que engloba el área urbanizada de la gran metrópoli.

El documento también subdivide el área en dos perímetros: el "A" encierra la zona que cubrió la ciudad prehispánica y su ampliación virreinal hasta la guerra de Independencia; el "B" cubre las ampliaciones de la ciudad hasta finales del siglo XIX.En 1934, sin una delimitación específica de área urbana, el Instituto Nacional de Antropología e Historia catalogó 768 monumentos; de ellos, 422 se demolieron ese mismo año. El decreto de 1980 señala para ambos perímetros:
Todos ellos construidos entre los siglos XVI y XIX.

El decreto de 1980 consideraba como indispensable, dentro de los planes de desarrollo del asentamiento urbano del país, la protección, conservación y restauración de las expresiones urbanas y arquitectónicas relevantes que constituyen un extraordinario patrimonio cultural del que somos depositarios y responsables.

Hasta la primera mitad del siglo XIX, el espacio que hoy llamamos Centro Histórico constituía la totalidad de la ciudad (668 manzanas, sobre una superficie de 9.7 km2). A principios del Siglo XX, esta área que podría ser llamada más correctamente la "Antigua Ciudad de México", fue perdiendo su importancia relativa en relación con la dinámica urbana de la urbe, convirtiéndose en "El Centro" de una ciudad en constante expansión.

Pero al ir cediendo poco a poco distintos atributos de la centralidad a otras zonas de la ciudad (Corredores urbanos de Reforma e Insurgentes, Desarrollo de Santa Fe, etc.), terminó reduciéndose - en percepción de amplios sectores urbanos - a su función simbólica/patrimonial, convirtiéndose en el "Centro Histórico" de una metrópoli de más de 17 millones de habitantes.

En poco más del 1% del área urbana del Distrito Federal, y con un población de menos de 200,000 habitantes, este espacio reúne la casi totalidad de sus principales problemas y desafíos: deterioro habitacional, desempleo y subempleo, marginalidad y exclusión social, inseguridad y violencia, drogadicción, congestión vial y contaminación, bajos niveles educativos de la población, conflictos entre sectores sociales, etc.

El deterioro del Centro Histórico está, por otra parte, fuertemente vinculado con una importante transformación de su economía. La salida del área de importantes actividades económicas (fábricas de ropa y el mercado al mayoreo de La Merced), además de provocar el abandono  de muchos inmuebles, ha generado una pérdida significativa de empleo, que no ha sido reemplazado por nuevas actividades. Por otra parte, las crisis económicas han convertido al Centro Histórico en el último espacio de sobrevivencia de los grupos más vulnerables de la sociedad capitalina (indígenas, indigentes y minusválidos, madres solteras, niños de la calle, personas de la tercera edad, etc.). Estos grupos ocupan los edificios insalubres y de alto riesgo de la zona y alimentan el amplio contingente de la economía “informal” que invade diariamente las calles y las plazas del Centro Histórico.

La degradación de los espacios públicos, el deterioro de los inmuebles por su antigüedad y la casi nula inversión de los propietarios, la drástica disminución de la oferta de vivienda en renta, la sustitución de las viviendas por comercios, bodegas y oficinas, así como los sismos de 1985, han generado un agudo proceso de despoblamiento. Entre 1970 y 1995, el Centro Histórico perdió el 40% de su población (118,609 habitantes). La competencia por el control del espacio urbano, entre los edificios antiguos y deteriorados y la posibilidad de multiplicar el uso rentable mediante la construcción de edificios con una alta densidad de uso del suelo, tiende a resolverse en detrimento de los primeros. Ocurre lo mismo en cuanto a la competencia entre el uso habitacional y los usos del suelo más rentables, en particular el comercio. En este proceso, actúa también la falta de congruencia entre el marco normativo para la conservación del patrimonio y el de la planeación urbana y de la construcción.

Debe añadirse a este diagnóstico, so penas de errar al momento de definir los instrumentos para la acción, los importantes déficits en materia de gobernabilidad. En primer término, el Centro Histórico “sufre” la intervención desarticulada de más de 20 instituciones locales o federales de gobierno. La falta de congruencia y unidad de acción gubernamental dificulta la gestión de los más elementales aspectos de orden urbano y convivencia social. En segundo lugar, la gestión pública padece de graves déficits en materia de regulación y conciliación de los distintos intereses opuestos (comerciantes establecidos - comerciantes ambulantes, población residente - población flotante, propietarios - inquilinos, etc.) y está todavía fuertemente condicionada por la permanencia de una cultura clientelista y corporativa fuertemente internalizada por las estructuras sociales y de gobierno.
La zona se encuentra protegida por la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas, Históricas y Artísticas (1972), que establece la competencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), para normar las acciones tendientes a su preservación.

La coordinación en materia de planeación y gestión entre estos organismos federales y el gobierno de la ciudad de México es muy problemática y depende en gran medida de la existencia (o no) de una voluntad de colaboración entre ambos niveles de gobierno.

Para los actores sociales y privados, el reclamo reiterado se dirige hacia la existencia de una gran confusión y superposición de funciones entre distintos organismos gubernamentales (la "tramitología") y a la demanda - desde años atrás - de que la Centro Histórico sea dotado de un órgano de gobierno propio, que permita unificar la gestión pública y agilizar el diseño y aprobación de los proyectos de "rescate".

El 11 de abril de 1980, la Antigua Ciudad de México fue declarada, por decreto presidencial,  Zona de Monumentos Históricos, creándose al mismo tiempo el Consejo del Centro Histórico de la Ciudad de México, con el fin de "coordinar las acciones requeridas para su recuperación, protección y conservación". En 1990, se creó el Patronato del Centro Histórico, fideicomitente de un organismo privado: el Fideicomiso del Centro Histórico de la Ciudad de México (FCH). En diciembre de 1987, la Zona fue inscrito por la UNESCO en la lista del Patrimonio Mundial.

A mediados del año 2001, estas instituciones fueron reformadas. El Patronato dejó de ser fideicomitente del FCH y se extinguó el Consejo del Centro Histórico.

El 14 de Agosto de 2001, se creó el Consejo Consultivo del Centro Histórico (125 miembros) y se firmó entre el Jefe de Gobierno del Distrito Federal y el Presidente de la Repúblicaun convenio de colaboración para llevar a cabo un nuevo "Programa para el Rescate del Centro Histórico de la Ciudad de México". Asimismo, se creó un Comité Ejecutivodel Consejo Consultivo, integrado por diez miembros (tres del gobierno federal, tres del gobierno del Distrito Federal y cuatro de la "sociedad" civil), presidido por el empresario Carlos Slim Helú.En Febrero de 2002 el Fideicomiso se convirtió en un organismo público, encargado de administrar un presupuesto de $US 50 millones para obras de infraestructura, remodelación de fachadas y mobiliario urbano.

Fotografía: Vale viendo desde la torre latinoamericana el Centro histórico de la CDMX