México Lindo y Querido - Borrego cimarrón

Borrego cimarrón

Flora y Fauna de México
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Animales mexicanos

El borrego cimarrón (Ovis canadensis) es el mayor de las dos especies nativas de borregos de Norteamérica.

Se trata de un representante del orden Artiodactyla, familia Bovidae, subfamilia Caprinae. El género Ovis contiene a otras cinco especies, una de las cuales es el borrego doméstico (Ovis aries). Se distribuía originalmente en los estados de Baja California Sur, Sonora, Chihuahua, Coahuila y la región occidental de Nuevo León. Hoy en día se encuentra solamente en Baja California y Sonora, y algunos sitios aislados de Chihuahua.

Los borregos cimarrones mexicanos se caracterizan por ser de color más pálido que las otras subespecies, menos corpulentos y con cuernos más grandes. Son animales de gran tamaño y existe un marcado dimorfismo sexual; los machos miden de 150 a 170 cm de largo de la punta de la nariz a la punta de la cola, 80 cm de alzada en la cruz, y pesan entre 70 y 80 kg. Las hembras son un 20-30% menor. Los cuernos de los machos están mucho más desarrollados que los de las hembras, y las subespecies del desierto son de las más apreciadas entre los cazadores, pues sus cuernos son los más grandes. La cabeza con los cuernos de un macho grande puede representar un 10% del peso corporal total. Los cuernos se enroscan en espiral hacia atrás, y en los machos pueden tener un diámetro en la base de hasta 15 cm.

El hábitat del borrego cimarrón en México se caracteriza por climas desérticos, relieve topográfico intrincado, y vegetación escasa y de afinidades desérticas. Esto restringe la distribución de esta especie a las montañas de los desiertos del norte de México, por lo que su localización es fragmentada de manera natural, aunque se ha visto incrementada por las actividades humanas como destrucción del hábitat y cacería furtiva.

Muchas poblaciones llevan a cabo movimientos estacionales, aparentemente causados por la disponibilidad del alimento y por la acumulación de nieve en las partes altas de la distribución. La dieta incluye una amplia variedad de plantas, desde gramíneas hasta arbustos y árboles de talla pequeña. Buscan activamente depósitos de minerales como fuentes de sal ya sea en afloramientos naturales de este mineral o en bloques proporcionados por el hombre con fines de manejo.

Los borregos cimarrones pueden obtener agua de las plantas de las que se alimentan, pero su dependencia de fuentes de agua para beber no es clara. Al parecer las hembras con crías dependen hasta cierto punto de tener agua expuesta disponible. Sin embargo, hay grupos de borregos que no beben agua por seis meses y poblaciones en Sonora que nunca beben.

Se han identificado como causas de mortalidad de los borregos a algunos parásitos, enfermedades, competencia con otros ungulados, depredación, accidentes como caídas de acantilados o atropellamientos en carreteras, deficiencias en la dieta y condiciones climáticas anormales. Los factores que causan mayor mortalidad varían con las poblaciones y las condiciones de ellas. Por ejemplo, en la parte norte de la distribución, en Canadá, un nemátodo parásito que se aloja en los pulmones causa una gran proporción de la mortalidad. Algunas poblaciones californianas y sonorenses han sido afectadas por sinusitis crónica causada por larvas de moscas (Oestrus ovis). Las poblaciones del desierto son susceptibles a infecciones por Escherichia coli, Pasteurella sp y otras bacterias y protozoarios. De doce muertes en cuarenta y nueve borregos equipados con radios en Arizona, seis fueron causados por atropellamientos cuando los animales intentaron cruzar una carretera, dos fueron depredados por coyotes, otro por un puma y dos fallecieron por causas desconocidas. En otras áreas, la mayor mortalidad es debida a la transmisión de enfermedades como sinusitis, sarna, fiebre de pezuñas, fiebre de lengua azul y aftosa y la competencia producida por ganado bovino o caprino. Aunque la depredación no es frecuente dado el terreno de difícil acceso que prefieren los borregos, esta misma característica hace que las muertes por caídas sean relativamente comunes. Los principales depredadores incluyen a lobos (Canis lupus; hoy extirpados de gran parte de su distribución original), coyotes (Canis latrans) y pumas (Puma concolor). También se han reportado ataques de linces (Lynx rufus), águila real (Aquila chysaetos), águila calva (Haliaeetus leucocephalus), zorra gris (Urocyon cinereoargenteus), ocelote (Leopardus pardalis) y jaguar (Panthera onca). Los ataques ocasionales por estas especies son dirigidos a crías o animales enfermos, o son especies muy escasas en la distribución del borrego. Una fuente muy importante de mortalidad, especialmente en las poblaciones mexicanas, es la cacería furtiva.

La gestación dura alrededor de 174 días. Normalmente la camada consta de una sola cría, pero hay reportes de gemelos, y las crías son destetadas entre los 4 y los 6 meses de edad, pero la madurez sexual no llega sino hasta el año y medio. Las hembras típicamente copulan por primera vez a los dos años y medio de edad. La mortalidad más alta ocurre en el primer año de vida. Los machos viven hasta los 10-16 años de edad. Las poblaciones de borrego cimarrón han sido drásticamente afectadas durante el presente siglo. Se ha calculado que antes de la llegada de los españoles existían en Norteamérica entre 1.5 y 2 millones de borregos. En 1978 se calculó que sobrevivían entre quince y veinte mil en toda el área de distribución. Esta cifra parece ser excesivamente pesimista, aunque es evidente que la reducción en números es muy drástica. Las principales causas del exceso de mortalidad parecen ser la cacería ilegal y el contacto con ganado, que compite y transmite enfermedades. La realidad es que hoy el borrego cimarrón es una especie muy valiosa que requiere de esfuerzos de protección especial. El gobierno mexicano ha declarado a la especie bajo protección especial. Las poblaciones mexicanas se encuentran en el apéndice 2 del CITES, otorgándoles protección adicional al controlar la exportación de cualquier parte del animal. Además, existe la propuesta del U.S. Fish and Wildlife Service de los Estados Unidos para declarar las poblaciones peninsulares de borrego como en peligro. Las principales estrategias de manejo consisten en cuatro técnicas:
1) Control y reducción del impacto humano; 2) delimitación y protección de áreas prioritarias para la conservación del borrego 3) manejo de algunos factores del hábitat (sal y agua); y 4) reintroducción de borregos a zonas de donde ha sido extirpado.
 El control y reducción del impacto humano representa el reto más importante y el más difícil de vencer. El impacto humano negativo sobre el borrego incluye una serie de factores. La cacería ilegal ha sido desastrosa en muchas poblaciones. La presencia de vehículos para todo terreno y motocicletas también ha tenido un impacto negativo importante. Las modificaciones drásticas del hábitat eliminan las condiciones adecuadas para el borrego. La introducción del ganado representa una de las amenazas más serias, por la competencia que representa y por el potencial de transmisión de enfermedades. Es más fácil prevenir el daño a los borregos que intentar repararlo.

La delimitación y conservación de áreas prioritarias casi ha dejado de ser una opción puesto que las áreas donde existe el borrego son bien conocidas en términos generales. Es poco probable que aún haya zonas con poblaciones importantes de borregos que no sean conocidas por los científicos o autoridades gubernamentales. Sin embargo, si se puede llevar a cabo programas especiales de protección en algunas de las áreas que albergan borregos y que no son zonas protegidas.

El manejo de algunos factores del hábitat. En los últimos cincuenta años se ha desarrollado un gran esfuerzo que ha englobado millones de dólares, de horas-hombre y de esfuerzo en el campo, para incrementar la cantidad de agua disponible para el borrego cimarrón, bajo la suposición de que los borregos en el desierto efectivamente están limitados por la disponibilidad del agua. En algunas áreas, la densidad de aguajes se ha incrementado en un 33%, y la cantidad de agua disponible en un 300%. Sin embargo, en repetidas ocasiones se ha mostrado que el agua adicional no ha tenido ningún efecto sobre la población de borregos. Aún más, la mayor disponibilidad de agua puede incrementar las densidades de competidores potenciales tanto nativos como introducidos, que efectivamente pueden estar limitados por la escasez de agua, como jabalíes, venados, vacas, cabras, burros, y hasta abejas domésticas. Otro riesgos de estos tanques es que, dado que se mantienen con agua constantemente (por el propio manejo artificial), y que sus dimensiones y diseño evitan una limpieza natural con la corriente de las lluvias naturales, son utilizados por muchos animales de muchas especies, lo que los convierte en reservorios de una gran cantidad de patógenos; el que un animal enfermo beba de ahí, los convierte en vectores para el resto de la fauna que utilice esa agua.

La reintroducción de borregos a zonas de donde ha sido extirpado se ha llevado a cabo en varias regiones. En la Isla del Carmen se introdujeron tres animales en 1979, los que aparentemente murieron poco después. En 1975 se introdujeron 20 borregos con fines experimentales a la Isla Tiburón, Sonora, que han florecido y han reproducido con éxito. Actualmente existen esfuerzos del gobierno federal y los estatales, organizaciones no gubernamentales, empresas privadas e instituciones académicas, que parecen indicar que los días de peligro para esta especie en México han quedado en el pasado. Las poblaciones de Sonora y Baja California parecen estar floreciendo, y esto parece señalar claramente que el borrego cimarrón formará parte de los ecosistemas desérticos de montaña en el norte de México por mucho tiempo más.