México Lindo y Querido - Boa constrictor

Boa constrictor

Flora y Fauna de México
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Animales mexicanos

Una de las serpientes cuya simple apariencia ocasiona grandes sustos es la boa.

Difícil de confundir con otros reptiles, sobre todo por su enorme tamaño y singular fisonomía, esta variedad de ofidio, de cuerpo robusto, cuello bien diferenciado de la cabeza y cola relativamente corta, es también una especia animal amenazada. Algo que mucha gente no sabe es que, no obstante el temor que inspira, la boa carece de colmillos, no es venenosa, y por lo general, no ataca al hombre. Por el contrario, realiza importante labor de servicio, al devorar principalmente a los roedores que afectan a la agricultura. La distribución geográfica de la Boa Constrictor en territorio mexicano abarca varias entidades, del norte de Sonora y Centro de Tamaulipas hacia el sur, incluida la Península de Yucatán, así como Durango, Morelos, Puebla y San Luís Potosí.

En Yucatán no es muy frecuente encontrar boas debido a que el estado carece de extensas zonas húmedas. Sin embargo, habita principalmente en zonas vírgenes de los montes yucatecos. Las serpientes despiertan un miedo ancestral, a pesar de que a través de los siglos han ocupado un lugar especial en el equilibrio ecológico. Asimismo, de las 583 especies que hay en todo el país, menos de una cuarta parte es venenosa. Sobre las culebras tal vez se ha escrito poco e inventado mucho, debido principalmente a las leyendas populares que se inician con alguna anécdota y que se transmiten luego, totalmente distorsionada, a los demás pobladores de una región. Así, se cree que las serpientes, de cualquier tipo, dejan sus "bolsas de veneno" a la orilla del río donde van a beber agua, cosa que no puede ser cierto, ya que las glándulas venenosas son parecidas a las salivales del ser humano y, por lo tanto, no se las pueden quitar y poner sólo por instinto.

También se creen que "pican" con la cola o con la lengua, que persiguen a los seres humanos hasta que logran inyectarle su veneno, o que saltan grandes distancias para alcanzar a su presa.

Las serpientes venenosas sólo pueden inyectar su letal líquido por los dientes; son bastantes tímidos y su principal recurso defensivo es huir de su enemigo, principalmente del hombre.

Los boidos pertenecen a una familia tropical de serpientes no venenosas, pero muy grandes y fuertes, que alcanzan a mediar hasta 10 metros de largo, aunque normalmente miden de 4 a 6 metros; tienen una cabeza bien diferenciada, dos espolones que le quedan de lo que fueron sus patas posteriores y una pelvis rudimentaria.

Las boas viven principalmente en lugares húmedos de los bosques, montes y también en las sabanas; algunas son acuáticas, como la Anaconda, y todas ahogan a sus presas arrollándose sobre ellas. Generalmente son animales nocturnos y se clasifican en dos familias: los pitones (python, pythonidae), que habitan en el Viejo Mundo, y las Boinae, de origen americano. Ambas pertenecen al grupo de las henophidias. Las hembras vigilan durantes 2 o 3 meses a sus huevos, cuyo número máximo es de 100.

Las boas constrictor, declaradas por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología como "especie amenazada" mediante publicación del Diario Oficial de la Federación del 17 de mayi de 1991, son ovovíparos (ovíparos cuyos huevos se retienen en las vías genitales de la madre hasta que brotan) y reptiles bellamente coloreados que se capturan para consumir su carne, y por su docilidad, para tener como mascotas, aunque principalmente, por la decoración de su piel, que es utilizada para la elaboración de productos manufacturados como cinturones y zapatos, por lo que tiene alto valor comercial. De esta manera, la boa ha quedado ubicada dentro de las especies cuya explotación debe estar sujeta a un estricto control, debido a que cada vez su número se va haciendo más reducido y su labor de equilibrio ecológico, seriamente amenazada.

Todas las serpientes son muy importantes ya que, en un ambiente natural, devoran a otros animales, roedores y aves que habitan una región, manteniendo así la estabilidad numérica de las poblaciones con sus presas. Cuando el hombre empezó a vivir sedentariamente y a cultivar propició involuntariamente el surgimiento de plagas, mismas que se acrecientan con la destrucción de reptiles como la boa. En la República Mexicana son muy pocas las organizaciones que se dedican a la conservación de especies animales, y generalmente, las que hay carecen de fondos suficientes para llevar a cabo proyectos de conservación. Su meta es promover una legislación con bases biológicas, que garantice la protección y manejo adecuado de todas las especies comprendidas en cada categoría de sobrevivencia, para lograr la conservación de la herpetofauna mexicana.