México Lindo y Querido - Biografía de Jaime Sabines

Biografía de Jaime Sabines

Biografías del México del Sigo XX
Typography

Uno de los poetas más importantes que ha tenido México sin lugar a dudas es el chiapaneco Jaime Sabines.

Nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas en 1926; murió en la ciudad de México el 19 de marzo de 1999. "Contrariamente a lo que por lo general ocurre, Jaime Sabines no hizo vida literaria, ni solía colaborar en revistas especializadas; se ganó la vida en actividades comerciales. La poesía coloquial, vertida en lenguaje de todos en todos los días, suspendida por una emoción amparada en el temor, encontró en Sabines un convencido partidario. Al escepticismo descarnado aúna el horror de la muerte; al disfrute de ciertos momentos, oponen la conciencia de la destrucción, y sosiega el brote de la esperanza con la imagen de la corrupción de la carne. Con tales elementos, escribió páginas que sobresalen por la peculiar emoción con que fueron concebidas. De su palabra surge un mundo en descomposición hacia el cual tiende la mano para comprobar cómo el hombre desde que nace es un símbolo de lo que pronto acaba."

Realizó estudios de Medicina en la Facultad de Medicina de la UNAM. Luego, de lengua y literatura castellana en la escuela de Filosofía y Letras de la UNAM.

Francotirador de las letras, como lo llamó Fernández Retamar, para Sabines la escritura fue nada más un testimonio de lo que pasa, jamás un acto premeditado. Es un acontecimiento humano que se encuentra en todos los escenarios: la calle, la escuela, el parque, el burdel, el hospital, el cine, la habitación donde la vida ocurre a todas horas.

Su poesía es esa llamada de atención que advierte sobre lo apenas visto, que descubre y deslumbra respecto a todo aquéllo que concierne a los habitantes del mismo tiempo y del mismo espacio, pero que tiene la virtud de ser comunicado como si fuera la primera vez. Sabines es todo lo que tocamos, vive en los ojos de nosotros los jóvenes, es grito, pudor, es llanto revolucionario...

Del poeta Jaime Sabines la gente sabe mucho; sobre todo, su reconocimiento público es tal, que miles de personas recitan de memoria su poesía. En cambio, salvo por algunos expertos en la biografía del autor, pocos se asoman al poeta padre, al jefe de familia.

Julio Sabines, hijo mayor de Jaime Sabines, habla de una próxima publicación de poemas inéditos que no "alcanzaron libros"; recuerda también al padre "exigente", "cómplice", sorprendente, quien al final de cuentas -cumpliría 74 años el 26 de marzo y falleció el 19 de marzo - no resintió las decenas de intervenciones quirúrgicas sufridas durante los últimos años de vida, ya que consideraba a la medicina equivalente a "un arte adivinatorio", con todo el peso del azar que dicha actividad conllevaba.

Entre libretas y bitácoras, dice Julio Sabines, el poeta dejó muchos poemas que no se publicaron y que al final le parecían publicables. "Desde 1997 -dice -, él revisó poemas que habían quedado en libretas viejas, poemas escritos a lo largo de los años, desde los años 50 a la fecha". El poeta no alcanzó, por la enfermedad que lo acosaba, a revisar la totalidad de esos escritos. Sin embargo, le pidió a sus hijos que solicitaran a Carlos Monsiváis y a José Emilio Pacheco realizaran una última revisión de los mismos y los publicaran con el título Poemas recuperados, proyecto en marcha y el cual será lanzado por la editorial Joaquín Mortiz.

"Carlos Monsiváis vino a la casa un día porque quería un manuscrito de mi papá. Este le iba a dar una libreta completa, pero Carlos le dijo que le transcribiera el poema en una hoja, que no se librara de sus originales. Al revisar la libreta, Monsiváis le decía que por qué había tachado algunos poemas que le parecían buenos y lo persuadió de reunirlos y publicarlos. Mis hermanas (Judith, Julieta y Jazmín) están a cargo de capturarlos y pasarlos en limpio".

A Julio, quien tiene 45 años de edad, los poemas de Sabines se le colaron en la conciencia -"como seguramente le sucede a los lectores actuales de mi padre"-, durante la adolescencia, de muy joven.

"De niños nos llevaba con frecuencia a la Alameda de Santa María la Rivera. En lo que jugábamos se recostaba a veces sobre algún árbol o sobre el césped y se quedaba algunos momentos en completo silencio, observaba. De ahí salió el poema 'Las gatitas'. Años más tarde, cuando leí ese poema, entendí qué hacía mi papá durante ratos enteros tirado sobre el césped, inmerso en la reflexión. Entonces descubrí que se trataba de esos momentos de creación que yo había presenciado. Ahí comenzó una especie de complicidad entre él y yo.

"Yo también, entre los 18 y 22 años, me convertí en poeta. Le enseñaba mis textos y él me recetaba metros de libros, poetas del Siglo de Oro y muchos más. Decía que había que conocer las formas clásicas de la poesía, que esto no hacía ningún daño. Que antes de escribir verso libre bien se podría intentar hacer décimas o sonetos. Ahí nació mi gusto por la literatura, entonces empezaron nuestras conversaciones literarias. Después se me quitó lo de poeta".

¿Qué recuerda del abuelo, del mayor Sabines, cuyo nombre también fue Julio? El murió cuando yo era muy pequeño, pero lo recuerdo bien. Tenía acento, curiosamente tenía - bueno, por la familiaridad y por la cercanía no lo notaba de pequeño- un fuerte acento libanés y ahora entiendo por qué me costaba trabajo prestarle atención. Como que marcaba mucho las palabras.

Jaime Sabines recordaba la influencia inevitable en su poesía de las lecturas que su padre le hacía de niño, sobre todo Las mil y una noches. Cuando éramos niños nos leía cuentos por las noches, cuentos populares rusos, nos leía La historia del Buscón, por ejemplo, que poco entendíamos pero a él le divertía. Con algunos cuentos como ese nos dormía, un tanto por aburrimiento. Trataba de ser como su papá, entonces nos leía cuentos por etapas, también nos leía poesía.

"Lo maravilloso era que, a las seis y media o siete de la mañana, antes de ir a la escuela, nos despertaba siempre con el sonsonete de un poema que no recuerdo bien ni me pudo decir nunca quién era el autor, pero trataba sobre un pájaro madrugador".

Jaime Sabines como padre era bueno y fue muy exigente. No permitía faltas a la escuela o malas calificaciones, exigía la mejor calificación posible, el mejor esfuerzo. Era mandón, regañón, pero no era un papá violento. Hay una anécdota muy hermosa, familiar: "Iban de vacaciones a Tuxtla Gutiérrez en el auto, en la carretera, sus hijos estaban pequeños. Jaime y su esposa iban adelante y los niños atrás. En eso, se estaciona en la cuneta de la carretera y sin decir nada abre la puerta, sale, y corre hacia su derecha hacia el monte. Salta la cerca de alambre, sube a una colina de un verde precioso, intensísimo - seguro era de un rancho ganadero -, y se rueda acostado por la colina. Los hijos desde la ventanilla se quedaron impactados. Después, salieron del coche y a correr hacia la colina que, como era temprano en la mañana, estaba mojada por el rocío. Volvieron a subir con él y rodaron divertidísimos por la colina. De este tipo de detalles estaban llenos sus días con la familia.

Jaime Sabines hizo una recomendación a su hijo mayor antes de morir: que procurara que la familia no tuviera rencillas, que no hubiera disgustos entre ellos. También que cuidara a su mamá y a sus hermanas. Aunque no era muy dado a aconsejar o a recomendar algo.

Julio, el hijo mayor de Sabines piensa: "que mi papá vivía como en un conflicto, que no lo hacía ni infeliz ni le provocaba sufrimientos. Se debatía entre el deber ser y entre el ser. Él, como poeta, tenía a flor de piel toda una serie de pasiones, deseos, ansias y ganas de experimentar. Pero por otro lado, un gran apego a la tradición familiar, genuino... Tenía que ser poeta y experimentar la vida, así como ser papá, jefe de familia, empleado, y llevar el pan a la casa, ganarse la vida. Pienso que le hubiera gustado mucho ser libre, no tener la atadura de los hijos y de la esposa. Le hubiera gustado tener 20 esposas, 20 mujeres. Pero tenía ese sentido de responsabilidad y verdaderamente disfrutó mucho el ser papá, educarnos, estar con nosotros, llevar a la familia de vacaciones. Solamente trató toda su vida de equilibrar esas dos caras de la misma moneda."

Recibió el Premio Chiapas de poesía; el premio Xavier Villa Urrutia, premio Elías Sourasky, Premio Juchiman de plata por el gobierno del estado de Tabasco; fue becario del Centro Mexicano de Escritores, diputado federal, jurado del premio nacional de poesía de México, premio Nacional de Lingüística y Literatura; homenajeado en el Teatro Degollado de Guadalajara con motivo del premio nacional de lingüística y literatura, así como en el Centro Libanés, y otro más por sus 60 años por parte de la (UNAM) y el Instituto Nacional de Bellas Artes.

Jaime Sabines fue un gran poeta mexicano que se inspiraba mucho en sus pensamientos. Para nosotros los jóvenes es un buen escritor; a nosotros nos gusta leer sus libros por que nos habla de las cosas de la vida y del amor. Estas lecturas nos llevan a conocer mundos inimaginables e interesantes.

Algunas de sus aportaciones a la cultura, acciones novedosas, y relatos de anécdotas especiales, se encuentran en Material de lectura para la (UNAM) EN 1977; Disco en la colección voz viva de México (UNAM); Diario semanal.

Entre sus poesías están Del libro "Horal" (1950): Horal, Yo no lo sé de cierto, Los amorosos, Entresuelo, La señal, En los ojos abiertos de los muertos, Te desnudas igual, No quiero paz...no hay paz, Tarumba, ¿Qué putas puedo?, Cuando tengas ganas de morirte, Autonecrología V, Algo sobre la muerte del Mayor Sabines, Poemas sueltos: No es que muera de amor, El peatón, La luna, y otras.

En 1992 recibió la Presea de la ciudad de México por contribuir al mejoramiento y bienestar de la ciudad más poblada del mundo; en 1993 apareció su libro "Me encanta Dios".

Lo que más nos gustó al leer los poemas de Don Jaime Sabines como todos le decimos, fueron las palabras que utilizaba en sus poemas y escritos, son palabras que casi todos usamos y eran muy Chiapanecas ¡algunas!; Al enterarnos de su vida y ver sus fotografías se nos hace un personaje bastante serio y demasiado nostálgico, pensamos que sufrió mucho o que no estaba del todo satisfecho con lo que tenía en la vida.

Banner_Atractivos_anunciate_biografías_2