Y seguimos con este recorrido por los pueblitos más tradicionales del Estado. Y en esta zona sur empezamos con “Texcaltitlan” que es una bellísima población de casas blancas con techos de teja roja y jardines por doquier. Su parroquia construida en 1976 es de asombrar al más exigente. En sus alrededores existen bellos lugares como la Laguna del Aserradero de Ventas Morales, el Cerro del Molcajete, el Manantial Ojo de Agua y las ruinas del Molino de Metal en el barrio de Santa María.
Los manantiales de son la característica principal de “Almoloya de Alquisiras” otro de los pueblitos típicos, incluso uno de sus manantiales pasa por la población y los niños lo utilizan como balneario natural. En diversos paseos a los alrededores se ofrece a los visitantes: El Salto, El Ojo de Agua Grande y sobre todo la Ex hacienda para beneficio de metales Los Arcos y La Cañada del mismo nombre.
Con muchos los atractivos históricos y naturales de “Sultepec” que espera al visitante que quiere descansar. Un toque singular en su paisaje son las tejas rojas que cubren los techos, sus aleros, ventanas, pequeños portales y su plaza principal con el característico kiosco.
Nuestra siguiente parada en estos pueblos típicos es “Zacualpan” Entre sus construcciones más notables, sobresalen la parroquia de la Concepción, construida en el siglo XVII; la Fuente de las tres Caras, el Acueducto de los Arcos y la Iglesia de Zacualpilla. Entre sus bellezas naturales podemos mencionar, la Goleta, desde dónde se pueden admirar inigualables paisajes, las elevaciones de Cerro Alto, el Picacho, el Campamento y la Tentación, propios para que alpinistas y rapelistas hagan gala de sus habilidades.
Quizás el pueblo que más de la sensación de pertenecer al siglo pasado de todo el Estado sea “Temoaya”. En su centro cívico se encuentra el Santuario del Apóstol Santiago, cuya nave principal comenzó a construirse en el siglo XVI. A finales del siglo XVIII se edificó la Sacristía y el brazo izquierdo, que comprende la Capilla donde está la estatua ecuestre del santo patrón de tamaño colosal, verdadera reliquia del arte indígena única en su género en Latinoamérica, por su antigüedad y dimensiones.
A pesar de no ser un pueblo el “Centro Ceremonial Otomí” es digno de visitarse, es parte del municipio de Temoaya. Inaugurado en 1980, es una obra de grandes dimensiones inserta en la belleza del paisaje, con abundante psicología otomán plasmada en sus edificaciones, plazas, escalinatas, esculturas, murales pétreos y otras esculturas estilizadas, con gran simbolismo histórico y religioso, en medio de áreas verdes y tupidos bosques. Una parte es ocupada por deportistas de alto rendimiento donde se preparan con toda tranquilidad para sus pruebas.
